sábado, 9 de febrero de 2013

El/ L´Albatros

Traducir poesía no debe ser fácil. La poesía es un arte de palabras y el idioma en que escribes supone una parte importante de cualquier obra; además, al trabajo de traducir un texto se une la dificultad de mantener una cierta estructura métrica, con su rima, y que siga quedando bonito. Por eso más que traducir, lo que hacemos son versiones del poema. En otra lengua y, obviamente, con otras palabras.

Esta entrada se me ha ocurrido después de la lectura de "L´Albatros", del poeta Charles Baudelaire, motivada por una recomendación de mi profesora de francés, que me dijo que era un poema muy bonito. Tengo que reconocer que al principio me dejó indiferente porque apenas lo entendía (en francés, claro), pero cuando me puse en serio y busqué todas las palabras que no conocía en el maravilloso Google tuve que darle la razón.

Al principio busqué el poema traducido directamente, para intentar adivinar las palabras que me faltaban, pero me encontré con que había notables diferencias entre los versos de una y otra versión. Cómo he comentado antes, no se limitan a copiar sino que de alguna forma hay que "reescribir" el poema. Y al comparar con otras páginas, me ha quedado claro que cada uno reescribe como quiere. Podéis leer distintas traducciones de L´Albatros aquí,aquí y aquí. Veréis que, aunque la esencia es la misma, cada uno lo adapta como mejor le parece. Unos son más fieles al original y otros le echan más imaginación, pero todos deben modificar el texto para mantener la rima y que "siga pareciendo poesía". Cada uno puede quedarse con la versión que más le guste.

Yo, que soy un poco menos artista, he hecho una traducción bastante literal. Lo que quería era una copia a mano (con pluma y tintero, puestos a pedir), con una caligrafía de esas que da gusto ver y muchos dibujos de albatros a su alrededor. Pero ya se sabe que una cosa es la idea y otra la realidad. Mi letra no va a cambiar de un día para otro, el folio bastante tiene con soportar el poema en francés y en español para que los pajaritos vuelen con holgura, la tinta es un engorro y no la sé usar...¡Pero yo quería mi copia! Así que, con rotuladores de dibujo y en un ratito tuve este apaño, más discreto pero bastante decente:




(No, no he conseguido pegar la imagen directamente ni tampoco girarla. Soy así de negada).

El original se lo ha quedado mi profesora de francés porque quiere ponerlo en la pared de clase (se lo enseñé, pelota que es una), pero yo ya tengo mi fotocopia para mi habitación :D. Espero que os guste.
A quien sepa francés le animo a leer el original, que para eso están los idiomas.

jueves, 24 de enero de 2013

Tiza sepia...

... y un cuaderno de dibujo tamaño A3 con toda la pinta de venderse en la zona de niños, con un caballete de cartón acoplado y asa para llevarlo a todas partes. Esto es lo que encontré, con un cuaderno y barritas de carboncillo, en uno de los paquetes de la Navidad pasada. Creo que es regalo que mas ilusión me ha hecho en los últimos años. Cierto "Papá Noel" de mi familia opina que tengo mi habilidad y tuvo esta genial idea para animarme a desarrollarla.

Por ahora, sólo he usado la tiza y el cuaderno, que saco de higos a brevas para dibujar algo, por lo general, improvisado sobre la marcha. En un principio era exclusivamente para la tiza, aunque ya se ha estrenado con lápiz, y me encanta porque parece que lo que hago en él es más profesional xD. Aquí os dejo una selección. Los estaba guardando, pero he decidido subirlos de golpe para ver si me animo a hacer más.

Ahí pone "Amordazado", aunque en
                      la foto no se ve bien. Como veis soy muy original, por eso los
de abajo no tienen título xD.




¡Hasta otra!

miércoles, 23 de enero de 2013

Una bonita escena del crimen

Este lo tenía reservado y, cómo he dicho en mi última entrada, tengo que ponerme a utilizar el blog en serio. A mí me gusta ¿qué os parece?

Una bonita escena del crimen 

Pues ya está hecho. Ha sido fácil: una cerradura forzada, un par de tiros y listo. Llevo guantes y me desharé del arma en el primer contenedor que encuentre. Todo marcha según lo previsto.

Lo que no me convence es la escena del crimen, empezando por el cadáver. Tiene una expresión muy estúpida, con los ojos abiertos de par en par y el principio de un grito congelado en su boca. No se lo reprocho, dadas las circunstancias, aunque hubiera quedado mucho mejor si hubiera estado dormida como debería estar. ¿Qué horas son estas para estar con el móvil? Lo recojo del suelo, donde ha caído, y observo la pantalla: fotos del Tuenti. Estas adolescentes viven totalmente enchufadas con tanta red social. Me pregunto cómo reaccionaría si pudiera verse a sí misma tal y como está ahora, como van a verla los policías.

¡Los policías! ¡Tengo que irme ya! Pero… me da pena dejar que la encuentren así. Ninguna chica de su edad, aun  muerta, merece que la fotografíen con semejante aspecto. La cara, el pelo sin arreglar, ese ridículo pijama de muñequitos… Esa no es manera de abandonar este mundo, no señor.

Me acerco a su armario. Creo que se lo debo, después de todo. Veamos: chándal, vaqueros, camisetas de Bershka… Se parece bastante a la ropa de mi Rosa, salvando la diferencia de tallas. ¿Y esta falda? ¿Pero con esto no enseña las bragas? Hay que ver como visten algunas. La ropa de ir a clase no está mal, pero busco algo un poco más arreglado. Es una ocasión especial. ¿Es que esta chica no tiene nada decente? Ah, aquí hay un vestido negro que valdría para una fiesta o para un funeral: ¡es perfecto! Y combina genial con estos zapatos. Y con un collar de perlas. Sí, eso le voy a poner. Estará guapísima. Para que luego diga mi Rosa que los hombres no nos fijamos en la ropa. Hablando de Rosa, necesito un regalo para nuestro aniversario y estoy seguro de que este bolso le encantaría. Me lo voy a llevar, que a la chica ya no le hace ninguna falta.

Bien, fuera pijama, dentro vestido. Es decir, ella dentro del vestido, si es que consigo pasarle el brazo por la manga. A ver esos dedos… ¡ya está! Subo la cremallera y le pongo los tacones. Voy a acostarla bien, que está un poco torcida. Los ojos mejor cerrados y a ver si puedo mover las comisuras de la boca. Los labios juntos, estiro un poco, subo y ¡voilà!, ya tenemos una bonita sonrisa. Aunque la sangre da un poco de mal rollo.

A ver si en esta bolsa de aseo tiene algo que me sirva… bien hay toallitas y maquillaje. Le limpio la frente y disimulo el agujero de la bala con colorete. No ha quedado muy bien, pero tampoco creo que se queje. También le pinto los labios de rojo. Me gusta el color rojo, es provocativo, aunque no a todas las mujeres les sienta bien (alguien tendría que decírselo a Rosa). Con el lápiz de ojos no me atrevo, con el pulso que siempre he tenido para dibujar acabaría haciéndole la raya en la nariz. En lugar de eso, le cepillo un poco el pelo y uso el flequillo para tapar el agujero de la frente. Mucho mejor.

Solo me faltan las perlas. Busco por todas partes, pero al parecer no hay. Y dudo que las tenga escondidas, porque la habitación está hecha un desastre. Así no hay manera de buscar pruebas de un delito. Es más, si estuviera un poco más desordenada me echarían la culpa a mí. Y claro ¿qué opinión se iban a llevar de mí esos agentes?

Tengo que recoger un poco antes de que lleguen. Algo rápido. Estos papeles a la basura. La ropa sucia del suelo y la de la silla, al armario, como hacemos todos cuando hay visitas inesperadas. Estas revistas, SuperPop, Cosmopolitan, bien apiladitas en el escritorio. Mira, aquí está su agenda abierta. Dios mío, pero que chorrada de dedicatoria. A ver los deberes de mañana. Matemáticas y francés. ¡Ja! Seguro que no ha hecho nada. Y el jueves tenía examen de Física y Química. En fin, eso que se ahorra. A ver si tiene algo de dinero en los cajones, que puestos a delinquir…


Esto ya está mejor. Lo he “curioseao” un poco, como dirían en mi barrio. Lástima no tener a mano una escoba y un plumero para terminar de arreglarlo. Supongo que no debería preocuparme tanto por estas cosas, sobre todo viendo por la ventana como asoma un coche de policía por la punta de la calle, pero qué menos se le puede pedir a un asesino en serie que que sea un poco maniático. Si la obsesión por la limpieza fuera un delito, a quien tendrían que encerrar es a mi madre, que ve manchas a distancia. Sobre todo en la ropa. Seguro que me habría dejado el escenario precioso. Y tiene un montón de collares de perlas… La próxima vez me la voy a llevar para que me ayude. Si es que hay próxima vez, porque ya tocan a la puerta. Eso me pasa por  entretenerme tanto con tonterías. Soy un imprudente, mi madre siempre lo dice. Siempre dice “¡hijo, tienes que tener más cuidado!”, y mira lo que pasa por no hacer caso a las madres.

De todas formas, no me preocupo mucho. Si yo fuera policía nunca me arrestaría a mí mismo porque, sinceramente, un asesino que se viste bien a sus víctimas, que ordena sus habitaciones, que roba cosas de escaso valor para su novia y que planea reclutar a su madre como cómplice ¿quién se lo va a tomar en serio?

Vuelvo a la carga

Antes de nada, quiero aclarar que escribo partiendo de la base, triste pero cierta, de que esto probablemente no lo lea nadie. Hace meses que no hago una entrada y los seguidores que tengo hasta la fecha (la nada despreciable cantidad de 3 xD) se deben haber olvidado de mí. Soy consciente de ello. Pero como mi intención es mejorar mucho, en la escritura, el dibujo y el uso del blog, y tengo la esperanza de que algún día esto le interese a alguien, escribiré cómo en otros blogs que he leído: cómo si hablase con los lectores. Dicho esto, ahí va la entrada en sí:

Esto no puede seguir así. Mi blog y yo tenemos que cambiar. Tenemos que cambiar AHORA. Ya basta de dejar las cosas para mañana, de esperar sin hacer nada a "hacer algo bueno". Nunca escribiré bien si no escribo y no aprenderé a dibujar si no practico, así que no valen las excusas del tipo "no tengo tiempo" con las horas muertas que he pasado a veces pensando qué hacer. Siempre (sobre todo en época de exámenes, cuando realmente me falta tiempo) digo que me apetece coger el lápiz o sentarme ante una nueva página de Microsoft Word. Y a la hora de la verdad, ni lápiz, ni Word, ni hostias. Puede que ese sea mi mayor problema: la falta de constancia.

 Con el blog pasa un poco lo mismo: por lenta que sea una persona, un año y tres meses dan para algo más que 7 u 8 entradas ¿no creéis? Aparte de tenerlo abandonado y apenas acordarme de él, a la hora de (no) escribir hay factores como las dudas de si vale la pena lo que vas a mostrar, si es mejor guardarlo para ti para mejorarlo o para no arrepentirte después, la pereza que me da pasar fotos al ordenador (en el caso de los dibujos)... He decidido cambiar de actitud y colgar los relatos y demás sin calentarme mucho la cabeza. Porque, a fin de cuentas, a mí me hace ilusión tener un blog y a quien no le guste no lo leerá, pero es imposible que lo decida si está todo en blanco. El tema del plagio, que me han comentado algunos conocidos, no me preocupa demasiado, no me creo tan importante. Y como de todas formas apenas me sigue nadie soy libre de poner aquí lo que quiera, aunque sea por el mero hecho de ver algo mío en Internet xD.

Voy a ponerlo por escrito para tomármelo en serio: Seré más constante. Practicaré. Colgaré aquí lo que me guste. Cambiaré de una vez el fondo pre-diseñado del blog. No me limitaré a mis relatos y dibujos; ideas, proyectos, reflexiones... lo que se me ocurra cabe aquí. Aquí cabe todo. Todo, menos el espacio en blanco.

miércoles, 23 de mayo de 2012


En un taller de escritura me mandaron hacer un relato sobre una persona normal a la que le sucede algo fuera de lo común. No he estado muy inspirada, ni le he puesto muchas ganas, así que el resultado no  me termina de convencer. Pero ahí va:

Los colores de María Herminia (título improvisado)

María Herminia llegaba tarde al trabajo y por eso no se molestó en lavar la taza del desayuno, pero sí se preguntó, mientras salía de la cocina, de donde habían salido esas manchas de color tan peculiar. No eran de café, ni de chocolate, ni de pintalabios,  y estaba segura de que no estaban allí cuando guardó la taza el día anterior.

Dejó de pensar en ello, era una tontería, e imaginó en cambio el cachondeo en clase si llegaba con mucho retraso, ella que siempre se tomaba tan en serio la puntualidad  y regañaba a los que tardaban tres o cuatro minutos de más en aparecer.  En realidad no le importaba mucho, pero María Herminia era una buena profesora y como tal necesitaba alguna manía que sus alumnos pudieran criticar.

Aparcó el coche, corrió hacia el edificio y subió los escalones de dos en dos. Vio a dos chicos a punto de torcer por el pasillo, pero consiguió entrar al aula antes de que la vieran y se sentó justo a tiempo.  Sonrió disimuladamente y se quitó el sudor. No estaba ya para carreras. No se dio cuenta de que lo que le caía de la frente eran en realidad pequeñas gotitas del mismo color que las manchas de su taza.

La primera hora pasó sin novedad, igual que la segunda. Pero en la tercera, notaba como los alumnos la miraban extrañados. A la hora del recreo  fue a mirarse en el espejo del baño y descubrió que tenía  el cuello de la camisa empapado de un líquido de color claro. Ya le podían haber avisado.  Se puso una bufanda y volvió a las clases, pensando que habia solucionado el problema.

Pero a mitad de la cuarta clase la bufanda chorreaba y los chicos empezaron a preguntarle si estaba enferma. No lo entendía. Ella se sentía bien. Así que bajó otra vez al baño y descubrió que estaba horriblemente pálida. Había muchas más canas en su cabello  y cuando se pasó una mano por él, la retiró impregnada del color que solía tener. Se secó en los vaqueros y cuando se miró las manos, habían perdido todo su color. Salió, ya asustada, dejando un rastro de los colores de su piel, de su pelo, de sus uñas.

Cogió el coche para volver a casa. Por el camino veía en el espejo como se "desteñía" poco a poco. Nada más llegar se metió en la ducha y dejó que el agua arrastrase aquella especie de pintura , esperando quizá que su cuerpo volviera a la normalidad. Sin embargo, lo que pasó es que, al cerrar el grifo y descorrer la cortina, se encontró con un reflejo que parecía sacado de una foto antigua. De una foto en blanco y negro.

Desde entonces no ha querido salir de casa. Le contó lo ocurrido por teléfono a algunos conocidos.  Ellos, al principio, pensaron que era una broma. Luego, al insistir, la tacharon de loca. Y supusieron también que había pintado su casa en blanco y negro para creerse sus propias imaginaciones.

Eso creen ellos. Porque un espectador más atento puede notar como el césped se oscurece alrededor de la casa de María Herminia.

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Como curiosidad, el nombre es de una profesora. La idea se me ocurrió en su clase y me pareció original. 





viernes, 9 de marzo de 2012